Estar aquí significa llegar, sumergirse, percibir y, por una vez, enfocarse en cosas completamente diferentes a las que hacemos en nuestra vida cotidiana. No tarda mucho para que el “Vitamina Verde” y el aire limpio de los Pirineos cercanos hagan que nuestras preocupaciones diarias se desvanezcan. La suave inmersión en la naturaleza nos pone en un estado de relajación que es fuente de profunda recuperación, inspiración y nueva fuerza. Nuestra mente y nuestros sentidos se agudizan, nuestra pasión por la vida se fortalece.

En esta coexistencia, cada uno aporta lo suyo: el canto de un pájaro raro, el aroma de las flores silvestres, el zumbido de las diligentes abejas salvajes. El relincho de los caballos, el chirrido de los grillos y el croar de las ranas en la distancia. Todos contribuyen a una atmósfera única. Las estrellas brillantemente centelleantes en la noche negra invitan a conversaciones, risas compartidas y disfrute—vino junto a un fuego crepitante. Y aquellos que esperan llenos para dormir, son suavemente acompañados por el viento que susurra a través de las hojas hacia la tierra de los sueños.

Nos sentimos cómodos, seguros y protegidos, y parece que algo dentro de nosotros recuerda el deseo de sentirnos completos de nuevo como seres humanos, de ser uno—con uno mismo y con la naturaleza.

Así lo soñamos, y así lo vivimos y compartimos con nuestros huéspedes. Rápidamente se hace evidente: Nuestra visión ya es nuestra realidad en “La Bastide.”

Nada es más hermoso que compartir la felicidad, y por esta razón, vivimos nuestra pasión como anfitriones y damos la bienvenida más cordial a huéspedes de todo el mundo!